Después de la gira con Wara por Ccapacmarca y Mara, descansamos el domingo en Cusco y el lunes mismo volvimos a salir. Esta vez, rumbo a Occoruro.
Allí nos esperaban algunos padres de la comunidad bien predispuestos a jugar. Al principio eramos unos pocos, pero a medida que fue avanzando el taller, se fue sumando más gente.
Comenzamos con unos juegos de presentación y algunos rompehielos para empezar a conocernos y deshinibirnos. Cómo olvidar la risa de Isidora con el chambote en la mano!
Acá aparecemos todos preparados para pegarle la pelota, evitando que nos metan gol en el football chino.
Hicimos una serie de caminatas intercaladas con jueguitos cortos de a dos, como el que se ve en la foto: el primero que se ríe, pierde! Hay que hacer reir al comapañero!
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Mientras tanto, Ale y Gisi salieron a jugar con los chicos que estaban muy inquietos al ver a sus padres jugar.
Estuvimos un rato haciendo juegos cooperativos con las telas.
Y seguimos jugando pues. Esta vez, hicimos un juego en el que algunos tenían que hacer de padres y otros de hijos.
Después de tanto movimiento, pasamos a reflexionar en grupos acerca de la niñez y la comunicación padre-hijo.
Para terminar la jornada, realizamos una mística repartiendo una semilla a cada uno. De a uno la fueron sembrando en la tierra, diciendo algo que consideraban que los niños necesitan para crecer.